jueves, 12 de febrero de 2009

la barca enterrada







El puerto

No hallo interés en la barca,

ese amasijo altivo de madera inerte,

al menos tú, al transmutar el cielo,

cultivando románticos pensamientos,

levantabas la vista, transitabas el mar,

buscabas tierras menos huérfanas.

¿Qué hizo la barca?

Estaciones enteras rezagada sobre la arena,

su ya hinchado vientre expandiéndose,

No. No basta haber vivido.

Un artificio diseñado para trasegar el hombre,

no un contenedor,

Decídeme ¿por qué os lamentáis?

¿por qué hacer respaldo de su costado?

un hombre arrastra siempre su ventura,

¿por qué no un barco?

la pintura consumida de su nombre,

la lúgubre lección del tiempo,

la infame burla del temor.

No, no hallo interés en la barca,

es cobarde y triste su designio,

aun los pájaros marinos se ahuyentan:

baten el aire con sus remos blancos,

desatan ondas de esperanza.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero todo lo inmóvil cava su tumba bajo la losa del pasado; y en movimiento de miradas o de alas quizá el barco astillado, carcomido por el salitre del tiempo, atrapado en su propia red, halle la suerte de un golpe de viento que lo devuelva a la deriva.

gabriel moreno dijo...

vivir en la emoción es vivir en la esperanza, quizás el barlovento nos devuelva al rumbo del mar y la tormenta, el parpado alevoso, la ala coqueta, dejar el pasado es abandonar el barco y abandonar la inmovilidad es dar lugar al milagro aunque todo milagro requiere un suceso desde una realidad exterior hacia una realidad interior o desde una ficción interior hacia una ficción exterior, la idea es que para tener esperanza hay que estar dispuesto a navegar entre las sombras.

Anónimo dijo...

Bendita disposición, pues, la de abrazar el mar como las bañistas, en una desnudez pátina. Nada entre el cuerpo y la sombra, nada que entorpezca la estampida del agua.