jueves, 11 de diciembre de 2008

lo importante es perder

Lo que hace de un palacio una ruina es la victoria de la fronda. Recientemente mis delicados tímpanos fueron expuestos a las esperpénticas palabras de un compañero de estudios en la universidad de Barcelona que se jactaba en afirmar que en cuestiones de creación poética la añoranza era más bien un muro en el camino. Hay veces que oigo frases que sin saber muy bien porque abren los poros de mi espíritu y otras que me enfrento con palabras que me impulsan irresistiblemente a meter la cabeza entera en un vater equipado con la última tecnología en suni-trit systems y tirar de la cadena. Seamos serios; despertemos a Poe y digámosle perdón señor mejor empiece otra vez y para escribir con maestría, olvídese de Annabelle Lee, es decir borre de su cabeza esa imagen y de camino despierte al bueno de Cesare y dígale que mejor no hubiese escrito eso tan ridículo, verrà la morte e avrà tuoi occhi, que sufría demasiada añoranza cuando puso fin a su vida y así la creación es ardua y compleja. Bueno y ¿qué decirle a Dante? a Borges añorando ser si mismo.... y es que hay gente que cree, en palabras del mismo alumno, que todo es valido cuando se habla de poesía. Permíteme no estar de acuerdo. Permíteme afirmar que la añoranza, la nostalgia de la ausencia, la búsqueda de lo perdido, el primer deslumbramiento es causa directa de algunos de los mejores poemas de la historia de la literatura clásica y moderna. Y más aún en términos existenciales la perdida, la añoranza y el renacimiento son fenómenos esenciales del sano transcurrir de la existencia. Perdón señor Trueba, se equivoca usted, no se trata de saber perder, de hecho lo importante es perder en si. El poeta que no añora es porque nada ha perdido y no en el ámbito emocional sino también en el intelectual, perdamos nuestras palabras, nuestros estilos, nuestros hábitos. Claro ahora nos viene en mente referirnos a la ya universalmente conocida frase del rebelde y satírico Samuel Butler, it is better to have loved and lost that never to have lost at all. Perder pero no abandonar, que algo nos venza, algo como la fronda, el asombro, la otredad, el principio, la raíz, el sueño, el vacío, ese vació privado de nada, esa sensación del más allá que también es más acá como decía ayer una compañera de doctorado. Después entra la razón, claro aunque esto ya es otra historia. T.S Eliot decía, y si lo dijo Eliot no es ninguna necedad, que la creación poética es una paciente perdida de la personalidad, es decir que para escribir el poeta se debe perder y como saber si algo se ha perdido si no se añora... después vienen las palabras, los gusanos de Stevens pero amigo, compañero, hipócrita lector, ¿qué haces estudiando literatura si no ya añoras nada, o consideras vaga y empobrecedora la añoranza? Cómo explica con clarividente lucidez y la correspondiente ironía de un hombre expuesto a la verdad de con demasía, Manuel Pérez Subirana en su libro lo importante es perder, anagrama 2003, el sujeto que no fracasa, no cae en la consciencia, no se despierta al ser, un despertar que es caer en el sueño, el sueño de lo primario, lo originario, lo realmente importante. Charlando en una cafetería del bar de Gracia llamada Lennon, mi amigo doctor, Feran, apuesto joven prometedor en el mundo de la obstetricia en Catalunya, me comentó que en el útero todo feto empieza siendo femenino, es decir empezamos siendo una mujer, aparte de las connotaciones iluminadoras en lo que se refiere a mis actitudes romántico-sociales, el concepto de la añoranza se me revelo como fundamental en la existencia del creador, hemos sido la madre, hemos sido la tierra, hemos sido el sexo del universo y solo en nuestras ruinas, en el abandono del poder, del palacio volvemos a ella para nutrirnos del primer sueño, de la primera apertura de luz que en realidad era un confortable y seguro silencio oscuro. Y no es decir que grandes poetisas como Moore, Bishop, Glucke o Dickenson no sientan añoranza, quizás aún más por algo que nunca se ha sido pero sin entrar en irrelevantes argumentos genéricos avoco una defensa del perdedor, el perdedor consciente, concienciado, responsable, una defensa del que añora, una añoranza dinámica, que dialoga, que entra en discusión para suplirse de la palabra y crear, crear hacia la otredad que es la que nos falta y la que encontramos y perdemos por que de eso consta nuestra condición y porque de eso será nutrido nuestro afán de sueño y creatividad. Yo jamás tuve un palacio pero si encuentro uno espero que este en ruinas porque después de todo amigo, lo verdaderamente importante es perder.

1 comentario:

Diplomado en GPPI dijo...

La añoranza, la nostalgia es parte íntegra de la poesía ¿qué sería de los versos sin esa triste lámpara iluminando lo perdido, lo ausente? en palabras de Teillier poeta de la Memoria:

Hasta luego: rieles, girasoles,
maderas dormidas en los carros planos,
caballos apaleados de los carretoneros,
carretilla mohosa en el patio de la casa del jefe-estación,
tilos en donde los enamorados han grabado torpemente sus iniciales.
Hasta luego,
hasta luego.
Hasta que nos encontremos sin sorpresa
viajando por los trenes de la noche
bajo unos párpados cerrados.