viernes, 28 de noviembre de 2008

planetarium

Planetarium

Era cóncavo el cielo, también el mar

y las paredes de su casa,

no fue un viaje, un desplazamiento,

solo un tránsito circular.

Empleaba a menudo palabras redondas,

ruedo, giro, vuelta,

tolerable asunto

hasta que se empañaron los vidrios.

“Una veta de sol es igual al sol mismo,”

así pensaría él,

(con un solo rayo

iluminaba todos los ángulos de la casa.)

Un hombre puede subsistir años en una esfera,

Pero ¿y una flor?

vivieron de las sobras oblicuas de un cristal,

primorosamente ajenas a la urgencia de las estaciones.

Primera Estación

¿Es este el vértigo del hombre?

una torre destemplada en el desvelo del invierno.

¿Cuál es la palabra que os acongoja?

Muerte, perdida, emoción,

¿Creéis que esto en la torre se os pasa?

Que da igual que la nieve decore una montaña,

que embellezca las estatuas.

¿A quién culpáis?

Las hojas murmurando a los pies del palacio,

el viento mismo,

¿os molesta el viento?

¿Os preocupa que las cosas hablen,

que os susurren al oído aun estando muertas?

No os salvará la torre.

Los murallas que hoy os honran

declamarán vuestra caducidad.

¿Qué habéis creado?

Cables, hierros, superficies punzantes,

es como un frío que lleváis por dentro

un frío húmedo que ejercéis sobre los otros,

el mismo efluvio desalmó las amapolas,

las hizo negras,

el orgullo que os corrompe

también ha de morir.

Primavera

Cuando ocurrió estaba como ausente,

el acontecimiento,

la revelación,

la que enloquece a los poetas,

mendigos celebres,

quizás no proceda llamarlo bello,

acontecieron tantas cosas;

la porcelana en el suelo, una pila rota,

un siglo de injurias y estropicios,

solemne diríamos

como un vaso solo en el paraje,

soñando un río, nubes, lluvia

el hombre camina

sobre el cuero de un desierto,

de cada brote en la rama

debería nacer una esperanza.

La Estación del bochorno

Mirad sus pies

bamboleando bajo el puente,

lo crucial, lo definitivo

no fue vencer,

ahora en esta dorada familia

de meses complacientes,

se permite olvidar.

Los días desfilan por otro espacio,

un otro tiempo,

el sueño, un fervor detenido,

autoriza la pausa,

esta vez no habrá derrumbamiento.

Lánguido e indiferente,

el mar, arrastra,

sin desvelarnos,

nuestra balsa de recuerdos.

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