martes, 13 de enero de 2009

Ernesto Ragazzoni

L’isola del silenzio

C’era una volta un’isola

arcana, fra le rosse

acque d’un triste oceano

sperduta. Non so piú

sotto a che latitudine

od in che mar si fosse,

ma credo dovesse essere

al sud... certo laggiú...

perché vi si attorceano,

come serpenti, i nodi

delle lïane. E l’agili

palme salienti al ciel,

tessendo ombre lunghissime

pei clivi e sugli approdi,

spargean attorno un balsamo

di resina e di miel.

Tra i cacti e le magnolie

dormiano gli oleandri,

l’agavi protendevano

le braccia agli aloè.

Ma, fra le nozze splendide

dei rami, in quei meandri,

giammai non si vedevano

orme d’umano piè.

Miriadi di mammole,

come occhi di fanciulle,

spiavano tra gli alberi

indarno un passegger.

Perché quell’era l’Isola

del Silenzio e mai sulle

mute sue rive l’àncora

calarono i nocchier.

L’aura appassita, al vespero

cadendo sulle cose

(Oh, che purpureo incendio

di rose era laggiú!)

non risvegliava un murmure;

nell’afa, accidïose,

illanguidivan l’anime

degli echi e le virtú

dei suoni. Il suolo torrido,

(su cui parea premesse

l’incubo inesorabile

d’una maledizion)

non racchiudea che l’alito

dei fiori e le promesse

dei fiori e non un cantico

non una voce, non

un trillo... un grido, un fremito

di vita. Nel metallo

del mar, cadea l’immobile

vampa di strani fior.

E i fiori erano rigidi

petali di corallo,

e il sol parea, tra gli alberi,

come una lama d’or.

Cosí dormono i fulgidi

sogni nel mio pensiero:

Isola del Silenzio,

niuno vi penetrò.

E i balsami vi muoiono

come in quel cimitero

di fior, lungi dagli uomini,

che il mar dimenticò.

L’illa del silenci

Hi havia una vegada una illa

secreta, entre les roges

aigües d’un trist oceà

perduda. No sé pas

sota quina latitud

o en quin mar estaria,

però crec que deu ser

al sud... certament allà baix...

perquè allí s’hi retorcen,

com serps, els nusos

de les lianes. I les àgils

palmes imponents al cel,

teixint ombres llarguíssimes

per les llomes i sobre els molls,

vessen al voltant un bàlsam

de resina i de mel.

Entre els cactus i les magnòlies

dormien els baladres,

les atzavares estenien

els braços cap als àloes.

Però, entre les noces esplèndides

de les branques, enmig d’aquells meandres,

mai més no s’hi van veure

petges de peu humà.

Miríades de violetes,

com els ulls de les noies,

espiaven entre els arbres

en va algun passatger.

Perquè aquella era l’Illa

del Silenci i mai sobre les

seves mudes ribes van

tirar l’àncora els barquers.

L’aura pansida, al vespre

caient sobre les coses

(Oh, quin purpuri incendi

de roses hi havia allà baix!)

no desvetllava un murmuri;

en la xafogor, mandroses,

bé llanguien les ànimes

dels ecos i les virtuts

dels sons. El terra abrusador,

(damunt el qual semblava que es premés

el malson inexorable

d’una maledicció)

no comportava que l’alè

de les flors i les promeses

de les flors i no un càntic,

no pas una veu, no

un trinat... un crit, un estremiment

de vida. En el metall

del mar, queia l’immòbil

flama d’estranyes flors.

I les flors eren rígids

pètals fets de corall,

i el sol semblava, entre els arbres,

com una fulla d’or.

Així dormen els fulgents

somnis en el meu pensament:

oh, Illa del Silenci,

ningú no hi va penetrar.

I els bàlsams hi moren

com en aquell cementiri

de flors, allunyades dels homes,

que la mar va oblidar.


Prólogo

Para entender la poesía de Ernesto Ragazzoni (Orta Novarese, 1870 - Turín, 1920) hay que recordar que, como comenta su sobrino Giovanni Ragazzoni, cuando le dolían los pies, Ragazzoni caminaba por la ciudad en pantuflas y en pantuflas asistía a estrenos teatrales y conferencias universitarias. Profundamente enamorado de la poesía de Poe y otros grandes de la literatura americana, inglesa y francesa, Ragazzoni buscó la excelencia artística de su obra dentro de un marco sarcástico y burlesco que, aun utilizando modelos de la poesía clásica italiana, huía de toda corriente, de todo movimiento literario y cultural de su época. No es de extrañar que estando fuera de los círculos de la «élite artistique» y habiendo sido descrito como un «provocador nato», su figura no entrara en la siempre discutible selección de los «grandes poetas» de la historia literaria. Sin embargo, como demuestra esta selección de algunos de sus versos más característicos, Ragazzoni escribía desde la más lograda, suspicaz, sincera y divertida iluminación.

Hombre culto, alevoso, íntegramente no conformista y bebedor, Ragazzoni muestra su inabarcable apuesta por el individuo libre en poemas como I bevitori di stelle, donde, embriagados de astros, los protagonistas de su fábula poética que bajan al río a beberse el reflejo de las estrellas, vociferan los ideales con los cuales se han llenado la barriga. Es fácil imaginar al propio Ragazzoni en estado de embriaguez haciendo gárgaras con el consumido líquido de estrellas, gritando al mundo que se apaguen las máquinas, el mercado de valores, las mansiones de los burgueses. Ragazzoni era un travieso agitador pero no un bufón, sus poemas están escritos bajo la más cuidada perfección artística. La métrica es inmejorable y su uso de la rima inteligente y consagrado. Sonetos como I viali irrigiditi o Il viaggio d’Isotta muestran su relación de delicado mimo estilístico con las formas. En poemas como Rose sfogliate el poeta fusiona esta comunión con su característico ingenio y un profundo sentimiento grisáceo de nostalgia que acompaña la mayoría de su obra, una sensación evidente incluso en sus textos más burlescos. El poeta muchas veces ríe porque no puede tomar el mundo en serio ni al puñado de ridículos que lo rigen. En 1901, bajo amenaza de despido del periódico La Gazetta de Navara, donde trabajaba en calidad de director, se acusa a Ragazzoni de no haber hecho ni siquiera una sola cosa seria en su trabajo. Él responde: «Yo únicamente trato con la gente seria, pero como nunca los encuentro me burlo de la nariz de todos... Empezando con aquellos que me sermonean». Poemas como L’isola del silenzio revelan la sensibilidad y la contundencia del poeta, imágenes fantasmales de una isla deshabitada delinean en tono grave las enredadas profundidades de un espacio exento de pisadas de hombre. El paisaje oscuro, abandonado, que recuerda las mansiones derruidas de los cuentos de Poe, es un lugar idóneo para entender otros aspectos más existenciales del poeta. En este espectro se encuentran poemas como Nuvole o Nostalgia, textos que también destacan por su original selección de imágenes y perfección métrica y musical.

Más aun, lo que más sorprende de este autor es la capacidad de fluctuar, con la misma majestuosa clase y cordura, entre el sarcasmo y la sombra, el excentricismo y la sensatez, el surrealismo y la cruel realidad. Es esta alquimia de técnica, lucidez y burla que fascina al lector y lo revela como un personaje único de la historia reciente italiana. Dentro de la obra ragazzoniana se recoge un abanico amplio de temas y estilos que el autor funde en su gran cazuela de magia poética para producir imágenes y versos imposibles de parangonar. Mago de la exquisitez fónica y lingüística, la rima inusual y el descaro, su vida estuvo marcada por su desparpajo personal y sarcasmo literario, actitud que le llevó a conflictos laborales, como sucedió con su polémico relato de un accidente de tren plasmado en el poema Poesia nostalgica delle locomotive che vogliono andare al pascolo, ovverosia la rivelazione delle oscure cause di tanti disastri ferroviari… Debido a este polémico poema el poeta fue expulsado del La Gazzeta di Navara. También en su faceta de periodista Ragazzoni desempeñó un papel denunciador y critico frente al sistema y frente a lo que él denominaba «le cattive abitudini», las malas costumbres de la burguesía. En una edad donde la máquina, el comercio, las normas del «civismo», la falta de ideales, la mediocridad y las máscaras amenazaban con descarriar el tránsito del hombre en el mundo, el poeta apelaba al arte, la aceptación de la diversidad y complejidad del individuo, el desplante y la coherencia para mediar una válvula de escape.

Regazzoni huyó de la apatía y comodidad de la vida burguesa, no ejerció como un escritor excesivamente interesado en el éxito. Prefería la magia, el libertinaje, la diversión y el ocultismo de tal manera que posiblemente no destaparía demasiadas botellas por esta publicación. Sin embargo, conocido o no, la historia complacerá las demandas que él proclamaba. «Cuando muera —decía— no me tratéis como un hombre de éxito cualquiera». Definitivamente no será recordado como un hombre cualquiera y esta selección de algunos de sus poemas más característicos así lo certifican.

Con esta edición bilingüe italiano-catalán, Editorial Ómicron apuesta por dar voz a un autor poco difundido dentro y fuera de Italia y brinda al lector, en primicia, una oportunidad única de degustar el ingenio y la magia de una antología que recoge algunos de los mejores poemas de su recorrido literario desde finales del siglo xix a principios del siglo xx.

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