L’isola del silenzio
C’era una volta un’isola
arcana, fra le rosse
acque d’un triste oceano
sperduta. Non so piú
sotto a che latitudine
od in che mar si fosse,
ma credo dovesse essere
al sud... certo laggiú...
perché vi si attorceano,
come serpenti, i nodi
delle lïane. E l’agili
palme salienti al ciel,
tessendo ombre lunghissime
pei clivi e sugli approdi,
spargean attorno un balsamo
di resina e di miel.
Tra i cacti e le magnolie
dormiano gli oleandri,
l’agavi protendevano
le braccia agli aloè.
Ma, fra le nozze splendide
dei rami, in quei meandri,
giammai non si vedevano
orme d’umano piè.
Miriadi di mammole,
come occhi di fanciulle,
spiavano tra gli alberi
indarno un passegger.
Perché quell’era l’Isola
del Silenzio e mai sulle
mute sue rive l’àncora
calarono i nocchier.
L’aura appassita, al vespero
cadendo sulle cose
(Oh, che purpureo incendio
di rose era laggiú!)
non risvegliava un murmure;
nell’afa, accidïose,
illanguidivan l’anime
degli echi e le virtú
dei suoni. Il suolo torrido,
(su cui parea premesse
l’incubo inesorabile
d’una maledizion)
non racchiudea che l’alito
dei fiori e le promesse
dei fiori e non un cantico
non una voce, non
un trillo... un grido, un fremito
di vita. Nel metallo
del mar, cadea l’immobile
vampa di strani fior.
E i fiori erano rigidi
petali di corallo,
e il sol parea, tra gli alberi,
come una lama d’or.
Cosí dormono i fulgidi
sogni nel mio pensiero:
Isola del Silenzio,
niuno vi penetrò.
E i balsami vi muoiono
come in quel cimitero
di fior, lungi dagli uomini,
che il mar dimenticò.
L’illa del silenci
Hi havia una vegada una illa
secreta, entre les roges
aigües d’un trist oceà
perduda. No sé pas
sota quina latitud
o en quin mar estaria,
però crec que deu ser
al sud... certament allà baix...
perquè allí s’hi retorcen,
com serps, els nusos
de les lianes. I les àgils
palmes imponents al cel,
teixint ombres llarguíssimes
per les llomes i sobre els molls,
vessen al voltant un bàlsam
de resina i de mel.
Entre els cactus i les magnòlies
dormien els baladres,
les atzavares estenien
els braços cap als àloes.
Però, entre les noces esplèndides
de les branques, enmig d’aquells meandres,
mai més no s’hi van veure
petges de peu humà.
Miríades de violetes,
com els ulls de les noies,
espiaven entre els arbres
en va algun passatger.
Perquè aquella era l’Illa
del Silenci i mai sobre les
seves mudes ribes van
tirar l’àncora els barquers.
L’aura pansida, al vespre
caient sobre les coses
(Oh, quin purpuri incendi
de roses hi havia allà baix!)
no desvetllava un murmuri;
en la xafogor, mandroses,
bé llanguien les ànimes
dels ecos i les virtuts
dels sons. El terra abrusador,
(damunt el qual semblava que es premés
el malson inexorable
d’una maledicció)
no comportava que l’alè
de les flors i les promeses
de les flors i no un càntic,
no pas una veu, no
un trinat... un crit, un estremiment
de vida. En el metall
del mar, queia l’immòbil
flama d’estranyes flors.
I les flors eren rígids
pètals fets de corall,
i el sol semblava, entre els arbres,
com una fulla d’or.
Així dormen els fulgents
somnis en el meu pensament:
oh, Illa del Silenci,
ningú no hi va penetrar.
I els bàlsams hi moren
com en aquell cementiri
de flors, allunyades dels homes,
que la mar va oblidar.
Prólogo
Para entender la poesía de Ernesto Ragazzoni (Orta Novarese, 1870 - Turín, 1920) hay que recordar que, como comenta su sobrino Giovanni Ragazzoni, cuando le dolían los pies, Ragazzoni caminaba por la ciudad en pantuflas y en pantuflas asistía a estrenos teatrales y conferencias universitarias. Profundamente enamorado de la poesía de Poe y otros grandes de la literatura americana, inglesa y francesa, Ragazzoni buscó la excelencia artística de su obra dentro de un marco sarcástico y burlesco que, aun utilizando modelos de la poesía clásica italiana, huía de toda corriente, de todo movimiento literario y cultural de su época. No es de extrañar que estando fuera de los círculos de la «élite artistique» y habiendo sido descrito como un «provocador nato», su figura no entrara en la siempre discutible selección de los «grandes poetas» de la historia literaria. Sin embargo, como demuestra esta selección de algunos de sus versos más característicos, Ragazzoni escribía desde la más lograda, suspicaz, sincera y divertida iluminación.
Hombre culto, alevoso, íntegramente no conformista y bebedor, Ragazzoni muestra su inabarcable apuesta por el individuo libre en poemas como I bevitori di stelle, donde, embriagados de astros, los protagonistas de su fábula poética que bajan al río a beberse el reflejo de las estrellas, vociferan los ideales con los cuales se han llenado la barriga. Es fácil imaginar al propio Ragazzoni en estado de embriaguez haciendo gárgaras con el consumido líquido de estrellas, gritando al mundo que se apaguen las máquinas, el mercado de valores, las mansiones de los burgueses. Ragazzoni era un travieso agitador pero no un bufón, sus poemas están escritos bajo la más cuidada perfección artística. La métrica es inmejorable y su uso de la rima inteligente y consagrado. Sonetos como I viali irrigiditi o Il viaggio d’Isotta muestran su relación de delicado mimo estilístico con las formas. En poemas como Rose sfogliate el poeta fusiona esta comunión con su característico ingenio y un profundo sentimiento grisáceo de nostalgia que acompaña la mayoría de su obra, una sensación evidente incluso en sus textos más burlescos. El poeta muchas veces ríe porque no puede tomar el mundo en serio ni al puñado de ridículos que lo rigen. En 1901, bajo amenaza de despido del periódico
Más aun, lo que más sorprende de este autor es la capacidad de fluctuar, con la misma majestuosa clase y cordura, entre el sarcasmo y la sombra, el excentricismo y la sensatez, el surrealismo y la cruel realidad. Es esta alquimia de técnica, lucidez y burla que fascina al lector y lo revela como un personaje único de la historia reciente italiana. Dentro de la obra ragazzoniana se recoge un abanico amplio de temas y estilos que el autor funde en su gran cazuela de magia poética para producir imágenes y versos imposibles de parangonar. Mago de la exquisitez fónica y lingüística, la rima inusual y el descaro, su vida estuvo marcada por su desparpajo personal y sarcasmo literario, actitud que le llevó a conflictos laborales, como sucedió con su polémico relato de un accidente de tren plasmado en el poema Poesia nostalgica delle locomotive che vogliono andare al pascolo, ovverosia la rivelazione delle oscure cause di tanti disastri ferroviari… Debido a este polémico poema el poeta fue expulsado del
Regazzoni huyó de la apatía y comodidad de la vida burguesa, no ejerció como un escritor excesivamente interesado en el éxito. Prefería la magia, el libertinaje, la diversión y el ocultismo de tal manera que posiblemente no destaparía demasiadas botellas por esta publicación. Sin embargo, conocido o no, la historia complacerá las demandas que él proclamaba. «Cuando muera —decía— no me tratéis como un hombre de éxito cualquiera». Definitivamente no será recordado como un hombre cualquiera y esta selección de algunos de sus poemas más característicos así lo certifican.
Con esta edición bilingüe italiano-catalán, Editorial Ómicron apuesta por dar voz a un autor poco difundido dentro y fuera de Italia y brinda al lector, en primicia, una oportunidad única de degustar el ingenio y la magia de una antología que recoge algunos de los mejores poemas de su recorrido literario desde finales del siglo xix a principios del siglo xx.
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