Entonces ven,
recorre conmigo estas calles desiertas,
los bazares chinos de tenderos mudos,
el hastío perenne del burdel ambulatorio,
Ven,
entremos juntos en las pensiones hueras,
la humedad que nos persigue
como un anciano solitario,
¿y por qué correr?
¿por qué escapar?
¿por qué huir
del que sostiene algo?
Estoy vacío, estoy vacío,
por los puentes de mis manos se filtra el frío.
Cuando desvanezca la fiebre recuerda;
La vigía es el reposo del sueño,
despertamos alejándonos del tiempo,
todo lo que podemos mover es inalcanzable,
nos alcanzamos cuando vence el lugar,
¿y por escapar?
por qué escapar+
Ven,
enterremos nuestras luchas,
privados de consciencia,
absortos en la templanza del otoño,
una caída plácida del ser que celebra,
al fin,
la victoria
de la gravedad.
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