El Ocaso de los dos centavos
En mis sentidos no,
el ocaso poliédrico se desenfunda
a pesar de mí,
un palco, el sillín aterciopelado
que importa que estés vencido,
cansino y arruinado bajo las sábanas,
una fábula creadora diseña tus mosaicos.
Digamos que la razón vino luego,
justo después del deslumbramiento,
Chagall andaba despistado
pensaba en formas geométricas y caballos verdes,
muy en vano tremolaban sus vértebras,
hizo lo que tú,
se abandono al origen del comienzo.
-El paraíso,
no está perdido,
abusas dél paraíso,
la perdición
de aquel que en todo
se pierde-.
Esto dijo, mientras la mujer,
una mujer polifónica y rubia,
acariciaba sus piernas
como si de un signo se tratase,
eclesiástico ,
entonces dibujó un crepúsculo,
algo así como un silencio largo,
mientras contabas tú los centavos,
como Jenny la de los piratas,
por seguir a Byron, Shelley, Keats.
-Es muy simple-dijo ella,
-Kant tenia un gusto horrible
por el arte
por eso hablaba tanto.-
Después Monet nubló un río
que fluía bajo un puente,
y el O
que dibujó en la boca del ministro
perdura
aun si actualmente se prefiere el botox
y una simulación de grandes pechos.
Creo en la inocencia,
un cuero que cada día
me voy quitando,
como si cada verso,
para silenciar la plegaria,
fuese eco de sí mismo,
así lo dijo Heráclito,
la verdad solo existe
como correa de la muerte.
Si quieres escribir,
sacrifica tu nombre,
da lugar al milagro,
y si alguna vez has tenido
vecino a dios el oído,
escribe y si no, ¡calla perro!
que aun retumban tus ladridos.
El ocaso poliédrico se desenfunda,
mientras luchas con lo innombrable
por pagar el alquiler.
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