viernes, 30 de enero de 2009

La casa de valparaíso based on the album carried to dust, calexico

Es como un desierto habitado,
conchas, algas, cartas,
la isla negra es la casa de un sueño,
llámame cuando enloquezcas,
cuando se confundan tus sentidos,
nos perderemos en Valparaíso.
Es como volver a la infancia,
el viejo marinero que nos honra
con las sienes rebosando historias,
su aliento de mar y la pipa de niebla,
el mundo gira hacia el sur, las olas lamen,
tu luna en la ventana, la luz que nombra;
verde, azul, negro, madre-perla,
cada mar es el matiz de un sueño,
hay hombres que aman el tiempo
como una fuente de añoranza.
Nos pondremos boinas, fumaremos,
hierba, espuma, troncos, aire,
es como entrar en un vientre,
esperar el deslumbramiento,
sincronizar el pulmón marino,
como una ballena grande,
abandonar nuestro aliento
y el vaivén oficinista.
Llámame cuando te confundas,
cuando tus medias no se correspondan,
llámame entonces, para reservar un lugar,
en la casa de Valparaíso.

inspiración for calexico

He intentado olvidarte

ahora que estoy cambiado

me recuerdas mis pasos

torpes tropiezos de hombre.

En ti lo reconozco,

soy un gran alarde falso

más allá de tus reflejos

jamás sabré hallarme.

La mujer de sueños gordos

como embarazo de luna

no desea que le cuente

que me mecen tus brazos.

Llegará mi abandono

lo único que me libre,

si no soy nada nuevo

será que no te escucho.

He intentado olvidarte

porque el norte lo demanda

me recuerdas mis pasos

el camino hacia tu nombre.

miércoles, 28 de enero de 2009

falling from sleeves for calexico

¿Añoras lo bello?

recojo las sobras

que caen de tus mangas,

soy un rastrero,

odio la mirada subjetiva,

me niego a creer

que mi yo más audaz

no habita en tus bailes.

¿Añoras lo bello?

siento el pigmento rojo

que dejó tu dolor

en la faz de los cuadros,

soy un rastrero,

odio la mirada subjetiva,

los grandes maestros

vivieron para emocionarnos.

¿Añoras lo bello?

escucha esta canción,

será nuestro naufragio,

con cada acorde mayor

celebro que existes,

soy un rastrero,

odio la mirada subjetiva,

copos de nieve

caen de tus mangas.

domingo, 25 de enero de 2009

victor jara's hands for calexico


Ya no tengo miedo

vuestra decrepitud me hizo amar mi canto

derrumbaréis mi sueño y el puente de mis manos

como un perro entraré solo en la noche solitaria

pero America sabrá que entré cantando.



Ya no tengo miedo

flores rojas alumbran el desierto de Atacama

motearéis el paraje urbano con agencias y negocios

haréis de mi morada una operación inmobiliaria

yo haré de mis piernas mi última almohada.


sábado, 24 de enero de 2009

Contention city for calexico

Es como una cuerda,

una hebra nos acerca

un encaje nos distancia;

damos lugar al embalaje.

mejor la contención,

un suspiro hacia dentro

Diminutos saltos

casilla negra, casilla blanca

lo que nos une

es todo lo que nos falta

mejor la contención,

un suspiro hacia dentro.

Como un juego de figurillas,

miembros y bases rotas,

extrañamente adjuntos

por un buen negocio,

mejor la contención

un suspiro hacia dentro.

Manos rasgadas,

en las trenzas de las formas,

he de volver a nacer,

para llegar a ti

mejor la contención

un suspiro hacia dentro.

Ciudad de la contención,

hipérbole del enclaustro

he donado mi palabra

al vacío de tus entrañas,

mejor la contención

un suspiro hacia dentro.

sarabande in pencil form for calexico

Todo está oscuro

toma mi mano

para el último compás.


Humildes propósitos

jóvenes silencios

ya no nos pertenecen.


La carne viste el tiempo

pasaremos nuestros genes

en canciones y versos.


Antes de la huida,

deja que te informe

viví para impactarte.


Todo está oscuro

toma mi mano

para el último compás.

man made lake for calexico

Doy vueltas alrededor de un lago

que no es un lago, me llamas

con tus manos que ya no son

tus manos, me siento compuesto,

configurado por vagos recuerdos

que no son mis recuerdos sino

sueños de un ser que fue hombre

cuando yacía entre tus brazos

que ya no son tus brazos, sino

anclas de un hombre, espurio

de amante que duerme cercano

a tu pecho que no es tu pecho

sino falsa almohada de otro

que no es otro mas que vaho

que espiran las noches sin ti,

la voz ronca que me recuerda

que una vez pronuncié tu nombre

que ya no es nombre sino hueco,

un pozo negro y hondo que ahoga

mis pensamientos que ya no son

mis pensamientos sino una niebla,

una nube que conquista el lago

que no es un lago sino tiempo

un tiempo lento y gordo que simula

con disfraz de estancamiento

la última voluntad de nuestro río.

viernes, 23 de enero de 2009

two silver trees for calexico

Lo último que vi,

demarcando el horizonte,

dos árboles plateados.

La tierra envenenada

el paraje insólito

de un desierto oscuro,

bajo un cielo desganado

la guitarra araña el aire.

Tu memoria frágil

de cría de pájaro

el tiempo nos deshace

sin grandes alardes.

Dos árboles plateados

antes de la noche

abonados al frío,

la tristeza dominical

de un pueblo solitario.

Rasgueo de serpientes,

amamos el pecado más

que a nosotros mismos,

fuimos los cuervos

de nuestro afecto,

esperamos el final

para tragar los desperdicios.

Campo de piedras,

descampado gris

tregua de estaciones,

los escorpiones se acercan

con su látigo de muerte,

ahora el tiempo claudica.

Lo último que vi,

demarcando el horizonte,

dos árboles plateados.

la frontera

Ni vuestro tiempo, ni vuestro espacio,

yo fundé mi propio palco en la frontera.


Este es mi paraje, una estría de trompetas

y guitarras, un buen lugar para el anuncio;


Los pájaros emigrantes no viajan,

Huyen del este,

trajinados por sus miedos.


Más que nada temí perteneceros,

alzar una bandera en un nombre ajeno,


Tierra, patria, padre, nación, estado,

techos de palabras que aun me ensombrecen,


La identidad es una ficción pactada,

la historia maquinó la forma,

el hombre país huía de la angustia.


Dejadme aquí sentado en la frontera,

inmóvil en este tiempo lento y huero


solo quiero un árbol y mi sombrero,

la única manera de conquistar la sombra.

martes, 20 de enero de 2009

salgamos de españa

Miranda es un pensamiento circular

para Ilaria Barone

My dear one is mine like mirrors are lonely.

W.H Auden

Es un pensamiento circular,

como decir vuelvo,

me encuentro dando vueltas

en una ronda de brujas,

a la izquierda te tengo

a la derecho te pierdo,

brincamos alrededor de un fuego,

es nuestro único espejo,

estamos solos porque nos queremos,

porque no hay lugar para nosotros.

Es un pensamiento circular,

Ferdinando volvió al trabajo,

dejó su espada en la mesa,

cada mañana compra flores,

las deposita en un jarro

sin saber muy bien porque.

Es un pensamiento circular,

cuanto estoy solo

veo en ti una hacienda,

un feudo que me pertenece

sin saber como habitarlo,

hay campos, prados, ríos,

un cerro firme como un trono,

miles de alegres luciérnagas

sincronizadas con tus sentimientos,

(amo a Miranda porque es como una mascara,

la amas cuando te hace desaparecer).

Es un pensamiento circular,

estarás siempre donde añorabas,

en ese lugar del tiempo donde siempre vuelvo,

tú me despertaste con un beso,

dibujaste un círculo,

My dear one is mine like mirrors are lonely

y la alta colina verde yace siempre junto al mar.

sábado, 17 de enero de 2009

ars poetica

A falta de religión

el hombre adopta la poesía.

Nos place el ingenio y sus acertijos

pero la poesía es el sueño del hombre,

no de la palabra.

Al este está el recuerdo, al norte la razón,

el sur contiene instintos y el oeste alimenta los sentidos,

en el eje central de la rosa de los vientos

está tu ausencia desde donde nace el verso.

El hombre que no sabe cantar,

no sabe de poesía,

si hay algo que derruye el poema

es la jactancia de hombre.

El tiempo existe en la creación

como paciencia no como tiempo.

La poesía no existe en corrientes,

el hombre que escribe por tendencia

se condena por ignorancia, al olvido.

Escuchar a un verdadero poeta

es cómo acercarse al mar,

la disolución del hombre

es el deber del poeta.

No hay lugar mejor para el verso

que entre el silencio de grandes pensamientos.

La creencia engendró mártires y mitos,

la poesía crea desde el mito

una ficción de hombres expectantes.

martes, 13 de enero de 2009

Ernesto Ragazzoni

L’isola del silenzio

C’era una volta un’isola

arcana, fra le rosse

acque d’un triste oceano

sperduta. Non so piú

sotto a che latitudine

od in che mar si fosse,

ma credo dovesse essere

al sud... certo laggiú...

perché vi si attorceano,

come serpenti, i nodi

delle lïane. E l’agili

palme salienti al ciel,

tessendo ombre lunghissime

pei clivi e sugli approdi,

spargean attorno un balsamo

di resina e di miel.

Tra i cacti e le magnolie

dormiano gli oleandri,

l’agavi protendevano

le braccia agli aloè.

Ma, fra le nozze splendide

dei rami, in quei meandri,

giammai non si vedevano

orme d’umano piè.

Miriadi di mammole,

come occhi di fanciulle,

spiavano tra gli alberi

indarno un passegger.

Perché quell’era l’Isola

del Silenzio e mai sulle

mute sue rive l’àncora

calarono i nocchier.

L’aura appassita, al vespero

cadendo sulle cose

(Oh, che purpureo incendio

di rose era laggiú!)

non risvegliava un murmure;

nell’afa, accidïose,

illanguidivan l’anime

degli echi e le virtú

dei suoni. Il suolo torrido,

(su cui parea premesse

l’incubo inesorabile

d’una maledizion)

non racchiudea che l’alito

dei fiori e le promesse

dei fiori e non un cantico

non una voce, non

un trillo... un grido, un fremito

di vita. Nel metallo

del mar, cadea l’immobile

vampa di strani fior.

E i fiori erano rigidi

petali di corallo,

e il sol parea, tra gli alberi,

come una lama d’or.

Cosí dormono i fulgidi

sogni nel mio pensiero:

Isola del Silenzio,

niuno vi penetrò.

E i balsami vi muoiono

come in quel cimitero

di fior, lungi dagli uomini,

che il mar dimenticò.

L’illa del silenci

Hi havia una vegada una illa

secreta, entre les roges

aigües d’un trist oceà

perduda. No sé pas

sota quina latitud

o en quin mar estaria,

però crec que deu ser

al sud... certament allà baix...

perquè allí s’hi retorcen,

com serps, els nusos

de les lianes. I les àgils

palmes imponents al cel,

teixint ombres llarguíssimes

per les llomes i sobre els molls,

vessen al voltant un bàlsam

de resina i de mel.

Entre els cactus i les magnòlies

dormien els baladres,

les atzavares estenien

els braços cap als àloes.

Però, entre les noces esplèndides

de les branques, enmig d’aquells meandres,

mai més no s’hi van veure

petges de peu humà.

Miríades de violetes,

com els ulls de les noies,

espiaven entre els arbres

en va algun passatger.

Perquè aquella era l’Illa

del Silenci i mai sobre les

seves mudes ribes van

tirar l’àncora els barquers.

L’aura pansida, al vespre

caient sobre les coses

(Oh, quin purpuri incendi

de roses hi havia allà baix!)

no desvetllava un murmuri;

en la xafogor, mandroses,

bé llanguien les ànimes

dels ecos i les virtuts

dels sons. El terra abrusador,

(damunt el qual semblava que es premés

el malson inexorable

d’una maledicció)

no comportava que l’alè

de les flors i les promeses

de les flors i no un càntic,

no pas una veu, no

un trinat... un crit, un estremiment

de vida. En el metall

del mar, queia l’immòbil

flama d’estranyes flors.

I les flors eren rígids

pètals fets de corall,

i el sol semblava, entre els arbres,

com una fulla d’or.

Així dormen els fulgents

somnis en el meu pensament:

oh, Illa del Silenci,

ningú no hi va penetrar.

I els bàlsams hi moren

com en aquell cementiri

de flors, allunyades dels homes,

que la mar va oblidar.


Prólogo

Para entender la poesía de Ernesto Ragazzoni (Orta Novarese, 1870 - Turín, 1920) hay que recordar que, como comenta su sobrino Giovanni Ragazzoni, cuando le dolían los pies, Ragazzoni caminaba por la ciudad en pantuflas y en pantuflas asistía a estrenos teatrales y conferencias universitarias. Profundamente enamorado de la poesía de Poe y otros grandes de la literatura americana, inglesa y francesa, Ragazzoni buscó la excelencia artística de su obra dentro de un marco sarcástico y burlesco que, aun utilizando modelos de la poesía clásica italiana, huía de toda corriente, de todo movimiento literario y cultural de su época. No es de extrañar que estando fuera de los círculos de la «élite artistique» y habiendo sido descrito como un «provocador nato», su figura no entrara en la siempre discutible selección de los «grandes poetas» de la historia literaria. Sin embargo, como demuestra esta selección de algunos de sus versos más característicos, Ragazzoni escribía desde la más lograda, suspicaz, sincera y divertida iluminación.

Hombre culto, alevoso, íntegramente no conformista y bebedor, Ragazzoni muestra su inabarcable apuesta por el individuo libre en poemas como I bevitori di stelle, donde, embriagados de astros, los protagonistas de su fábula poética que bajan al río a beberse el reflejo de las estrellas, vociferan los ideales con los cuales se han llenado la barriga. Es fácil imaginar al propio Ragazzoni en estado de embriaguez haciendo gárgaras con el consumido líquido de estrellas, gritando al mundo que se apaguen las máquinas, el mercado de valores, las mansiones de los burgueses. Ragazzoni era un travieso agitador pero no un bufón, sus poemas están escritos bajo la más cuidada perfección artística. La métrica es inmejorable y su uso de la rima inteligente y consagrado. Sonetos como I viali irrigiditi o Il viaggio d’Isotta muestran su relación de delicado mimo estilístico con las formas. En poemas como Rose sfogliate el poeta fusiona esta comunión con su característico ingenio y un profundo sentimiento grisáceo de nostalgia que acompaña la mayoría de su obra, una sensación evidente incluso en sus textos más burlescos. El poeta muchas veces ríe porque no puede tomar el mundo en serio ni al puñado de ridículos que lo rigen. En 1901, bajo amenaza de despido del periódico La Gazetta de Navara, donde trabajaba en calidad de director, se acusa a Ragazzoni de no haber hecho ni siquiera una sola cosa seria en su trabajo. Él responde: «Yo únicamente trato con la gente seria, pero como nunca los encuentro me burlo de la nariz de todos... Empezando con aquellos que me sermonean». Poemas como L’isola del silenzio revelan la sensibilidad y la contundencia del poeta, imágenes fantasmales de una isla deshabitada delinean en tono grave las enredadas profundidades de un espacio exento de pisadas de hombre. El paisaje oscuro, abandonado, que recuerda las mansiones derruidas de los cuentos de Poe, es un lugar idóneo para entender otros aspectos más existenciales del poeta. En este espectro se encuentran poemas como Nuvole o Nostalgia, textos que también destacan por su original selección de imágenes y perfección métrica y musical.

Más aun, lo que más sorprende de este autor es la capacidad de fluctuar, con la misma majestuosa clase y cordura, entre el sarcasmo y la sombra, el excentricismo y la sensatez, el surrealismo y la cruel realidad. Es esta alquimia de técnica, lucidez y burla que fascina al lector y lo revela como un personaje único de la historia reciente italiana. Dentro de la obra ragazzoniana se recoge un abanico amplio de temas y estilos que el autor funde en su gran cazuela de magia poética para producir imágenes y versos imposibles de parangonar. Mago de la exquisitez fónica y lingüística, la rima inusual y el descaro, su vida estuvo marcada por su desparpajo personal y sarcasmo literario, actitud que le llevó a conflictos laborales, como sucedió con su polémico relato de un accidente de tren plasmado en el poema Poesia nostalgica delle locomotive che vogliono andare al pascolo, ovverosia la rivelazione delle oscure cause di tanti disastri ferroviari… Debido a este polémico poema el poeta fue expulsado del La Gazzeta di Navara. También en su faceta de periodista Ragazzoni desempeñó un papel denunciador y critico frente al sistema y frente a lo que él denominaba «le cattive abitudini», las malas costumbres de la burguesía. En una edad donde la máquina, el comercio, las normas del «civismo», la falta de ideales, la mediocridad y las máscaras amenazaban con descarriar el tránsito del hombre en el mundo, el poeta apelaba al arte, la aceptación de la diversidad y complejidad del individuo, el desplante y la coherencia para mediar una válvula de escape.

Regazzoni huyó de la apatía y comodidad de la vida burguesa, no ejerció como un escritor excesivamente interesado en el éxito. Prefería la magia, el libertinaje, la diversión y el ocultismo de tal manera que posiblemente no destaparía demasiadas botellas por esta publicación. Sin embargo, conocido o no, la historia complacerá las demandas que él proclamaba. «Cuando muera —decía— no me tratéis como un hombre de éxito cualquiera». Definitivamente no será recordado como un hombre cualquiera y esta selección de algunos de sus poemas más característicos así lo certifican.

Con esta edición bilingüe italiano-catalán, Editorial Ómicron apuesta por dar voz a un autor poco difundido dentro y fuera de Italia y brinda al lector, en primicia, una oportunidad única de degustar el ingenio y la magia de una antología que recoge algunos de los mejores poemas de su recorrido literario desde finales del siglo xix a principios del siglo xx.

martes, 6 de enero de 2009

gibraltar

Volver a Gibraltar es como volver a un sueño. El orgulloso peñón de cuello alto revela su imagen desde las carreteras serpenteantes de la costa de Estepona. Mark lo miraba consternado, jamás hubiera esperado sentir afecto por un trozo de piedra. Después de todo los quince años de ausencia habían modificado la genética de sus sentimientos y lo que antes le produjo tristeza y consternación ahora se mostraba una fuente de nostalgia y cálida familiaridad. La mañana era soleada, fría y clara, el mediterráneo un mar apacible y domado yacía inmóvil y soñoliento en su merecida estación de ocio. Mark pegó su cabeza a la ventana del autobús, por la orilla imaginó la figura de su hermano Jeremy corriendo por la orilla, ya a los doce años de edad era un chico esbelto. Visualizó su sonrisa ancha, sus labios carnosos, su piel ligeramente chocolatada, sus dos grandes ojos verdes, esas simétricas facciones que tanto encandilaban a sus familiares, a las madres de sus compañeros de colegio. Mark miró el peñón de nuevo, más recuerdos se desenfundaron en su mente, recordó la hora del té, hacía años que no lo tomaba, ese té con leche caliente que con orgullo los separaba del mundo sureño, ese té que con religiosa costumbre se ingería a pequeños sorbos a las cinco en la casa de sus abuelos, recordó el retrato de la reina Isabel en el salón grande, las noticias de las nueve en la cadena gibraltarenea, las rocas cerca de su casa donde pasaba tardes mirando el mar, su primer beso en la grada de piedra de la cancha callejera de baloncesto, esa cancha donde jugaba con Jeremy las mañanas de domingo, recordó esas horas que desfilaban solas, sin esfuerzo, entre punto y punto, recordó la paz que en ese momento recordando había olvidado de echar de menos.

“¿Qué hora es?” Preguntó el hombre de nariz afilada sentado en el asiento contiguo.

“¿Perdón?”

“La hora..” Insistió el hombre.

“Ah si, perdón, son las ocho de la mañana.” Respondió Mark.

“!Las ocho!” Exclamó exaltado.

La expresión del hombre sorprendió a Mark que quedó paralizado durante unos segundos.

“Perdón señor, ¿se extraña?” preguntó.

“El tiempo es una serpiente silenciosa.” Respondió rotundo.

Mark era de esa clase de hombres que aun soñaba con conocer su futura esposa en un avión, un tren o un autobus. Era de esa clase de hombres que esperaba con emoción a ver quien le tocaba en el asiento adyacente, esa clase de hombres que no pierde la esperanza, que dice, “Esta día es el mio,” hasta que llega una señora mayor de 90 kilos y se sienta a su lado, o un hombre rudo de derechas que se empeña en hablar de política, o un chico joven con tatuajes y piercings que quiere compartir experiencias sobre las drogas sintéticas. Esa noche al salir de Barcelona, Mark comprobaba como una vez más su acompañante no sería una chica joven bella e interesante enamorada de la poesía sino un hombre de unos cincuenta años, vestido con un pantalón de pana desgastado, zapitillas blancas y un olor a meado de gato que no lo dejaría dormir. Un olor que se apoderaría de sus sentidos durante todo el viaje. El hombre había permanecido en silencio, mirando hacia delante, sin cerrar los ojos durante las catorce horas. Ahora el hombre se había girado y intimidaba a Marc con sus ojos redondos y pequeños y su abultada frente.

“Jamás sabremos si es suficiente, poco o demasiado.”

Mark se asustó. Una vez en un bus hacia Francia, un chico australiano de veinte años había sufrido un ataque de esquizofrenia que lo había dejado atemorizado durante días. El chico le había insultado, se había levantado del asiento para gritar y bailar, haciendo que el bus tuviera que parar hasta que llegó la policía. El temor de la experiencia volvió a él con asombrosa claridad.

“Como saber si quizás debiera ser otro el tiempo humano, como saber si quizás deberían ser menos años, o más largas las horas, como saber si hubiese sido mejor acabar antes o esperar un poco más antes del apagón.”

Prosiguió el hombre en un tono serio, pausado pero deshumano.

Mark permanecía en silencio. El hombre lo miraba en los ojos. Quería pedir ayuda, quería desaparecer, se le hacían interminables esos minutos, palideció su rostro.

“Quizás sea mejor el tiempo de los pájaros, quizás sea mejor su tiempo.”

Entonces el hombre se giró nuevamente y se puso a contar.

“3, 9, 7, 84,”

Mark intentó de levantarse pero el hombre sin girarse lo agarró por la muñeca, seguía mirando contando con su mirada pegada en el asiento delantero. El miedo paralizó a Mark. Se acordó de su padre, de sus peleas, de su talante erguido y grueso, su mandíbula amenazante y grande, ojala estuviera ahí su padre, quería soltarse pero sus miembros no respondían, volvió a sentarse..

“No tengo dinero,” Balbuceó temeroso.

El hombre seguía mirando al frente.

“El tiempo presente y el tiempo pasado están presentes en el tiempo futuro y el tiempo futuro también contenido en el tiempo pasado, si todo el tiempo es eternamente presente, todo el tiempo es insalvable.”

La claridad con las que pronunció esas palabras asustó aun más a Mark que no sabía si considerarlo un loco cualquiera. No sabía que hacer, le gustaría haber tenido la energía para soltarse, gritar, pegarle, actuar, pero Mark era un hombre traumatizado por la violencia, durante todo su vida había huido del enfrentamiento, confrontado con ella sus miembros se congelaban, su mente se tornaba blanca, entumecía. El hombre apretaba fuerte su muñeca, aun sin mirarlo, sin atender a su temblor, a su miedo. Mark pensó lo peor, quizás el hombre quisiera matarlo, sodomizarlo, lo venció su imaginación.

“Estuve en el desierto y vi expandirse el tiempo, era como si siempre hubiera estado allí, era volver al principio, a la primera mirada, 3, 4, 9, 33...”

De repente empezó a sonar su teléfono, la primer reacción de Mark, fue un fuerte espaviento. El hombre le soltó la muñeca lentamente. Mark fisgoneaba en sus bolsillos en busca del móvil. No lo encontraba. Al final con sus manos temblorosas consiguió responder.

“Hi Mark, it-s Rebecca,”

“Hola Rebecca,” respondió convulso.

“What-s wrong Mark, are you ok,”

“Si, si, puedes recogerme en la estación de La Linea, please, llego en treinta minutos, o en treinta y cinco, en la estación al lado de la frontera, don-t hang up the phone please, speak to me,”

“¿Mark que pasa? ¨

“Nothing, just go there and speak.”

“Tranquilo, tranquilo, me arreglo y voy.”

“Don-t hang up the phone, please, don-t hang up the phone.”

Mark habló con Rebecca durante el resto del recorrido. Cuando llego a la estación salió disparado del autobús sin mirar atrás. Rebecca estaba fuera, sus nervios y el cansancio no lo dejaron comprobar que la chica que había visto por última vez hacía 15 años se había convertido en una bella y elegante mujer de zapatos de tacón y hermosas prendas de diseñador. Casi sin saludar se precipitó en el coche. Rebecca tenía las manos en el volante. Ella lo miró durante un instante, sus grandes ojos azul-verdes no escondían su nerviosismo, su incomodidad. Se dieron un beso rutinario, de oficina.

“Please take me home, Rebecca please, llévame a casa.”